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Usted ha escuchado las historias de horror: alguien que emite votos múltiples, personas que votan en nombre de familiares muertos, boletas enviadas por correo que son interceptadas.
El fraude de los votantes sucede ocasionalmente. Cuando ocurre, solemos escuchar mucho sobre él. Pero también es detectado y enjuiciado.
Los procesos electorales de múltiples capas del país brindan muchas salvaguardas que hacen que el fraude de los votantes sea generalmente detectable y poco común, según administradores electorales actuales y anteriores de ambos partidos.
Las elecciones de Estados Unidos están descentralizadas, con miles de jurisdicciones electorales independientes. Eso hace que sea prácticamente imposible llevar a cabo una operación de manipulación de votos a gran escala que pueda inclinar una contienda presidencial, o casi cualquier otra contienda.
“Probablemente no tendrá un sistema electoral perfecto”, dijo el republicano Trey Grayson, ex secretario de estado de Kentucky y presidente del consejo asesor del Secure Elections Project (Proyecto de Elecciones Seguras). “Pero si busca uno en el que pueda confiar, debería sentirse bien respecto a eso aquí en Estados Unidos”.
Votar más de una vez, manipular boletas, mentir sobre su lugar de residencia para votar en otro sitio o emitir el voto de otra persona son delitos que pueden castigarse con fuertes multas y penas de prisión. Los ciudadanos no estadounidenses que infringen las leyes electorales pueden ser deportados.
Para quien a pesar de ello esté motivado a hacer trampa, los sistemas electorales en Estados Unidos están diseñados con múltiples capas de protección y transparencia destinadas a interponerse en el camino.
Para la votación en persona, la mayoría de los estados exigen o solicitan que los votantes proporcionen algún tipo de identificación en las urnas. Otros requieren que los votantes verifiquen su identidad de otra manera, como indicar su nombre y dirección, firmar un libro de votación o firmar una declaración jurada.
Quienes intentan votar en nombre de un amigo o familiar que falleció recientemente pueden ser atrapados cuando los funcionarios electorales actualizan las listas de votantes con actas de defunción y obituarios, explicó Gail Pellerin, demócrata en la Asamblea de California quien dirigió las elecciones en el condado de Santa Cruz durante más de 27 años.
Aquellos que intentan hacerse pasar por otra persona corren el riesgo de que alguien en las urnas conozca a ese individuo o que la persona intente emitir su propio voto más tarde, dijo.
Para el voto en ausencia, los diferentes estados tienen protocolos distintos de verificación de votos. Todos los estados requieren la firma del votante. Muchos estados tienen precauciones adicionales, como hacer que equipos bipartidistas comparen la firma con otras firmas registradas, exigir que la firma esté certificada por un notario o requerir que un testigo firme.
Eso significa que incluso si una boleta se envía por error a la dirección anterior de alguien y el residente actual la regresa por correo, hay controles para alertar a los trabajadores electorales sobre el juego sucio.
Cada vez más estados ofrecen herramientas de seguimiento de las papeletas electorales en línea o por texto como una capa adicional de protección, lo que permite a los votantes ver cuándo se ha enviado, devuelto y contado su boleta.
La ley federal exige el mantenimiento de la lista de votantes y los funcionarios electorales lo hacen a través de una variedad de métodos, desde la comprobación de las bases de datos estatales y federales hasta la colaboración con otros estados para rastrear a votantes que se han mudado.
Los buzones electorales para depositar las papeletas también tienen protocolos de seguridad, dijo Tammy Patrick, directora ejecutiva de programas de la National Association of Election Officials (Asociación Nacional de Funcionarios Electorales).
Explicó que las urnas suelen estar diseñadas para evitar que haya manos que roben las boletas y están vigiladas por cámara, atornilladas al suelo y construidas con cámaras ignífugas —resistentes al fuego—, así que, incluso si alguien arrojara una cerilla encendida, eso no destruiría las papeletas en el interior.
A veces, el supuesto fraude de los votantes no es lo que parece.
Después de las elecciones de 2020, las redes sociales se llenaron de denuncias de personas muertas que emitían su voto, votación doble o pilas de papeletas destruidas a un lado de la carretera.
El expresidente Donald Trump promovió y no ha dejado de amplificar estas afirmaciones. Pero se descubrió que la gran mayoría de ellas eran falsas.
Una investigación de The Associated Press que exploró cada caso potencial de fraude de votantes en los seis estados más reñidos disputados por Trump encontró que hubo menos de 475 casos de los millones de votos emitidos. Eso no fue ni de cerca suficiente para cambiar el resultado: el demócrata Joe Biden ganó los seis estados por un total combinado de 311.257 votos.
La revisión también mostró que no hubo colusión destinada a manipular la votación. Prácticamente todos los casos se basaron en un individuo que actuó solo para emitir votos adicionales. En un caso, un hombre pensó erróneamente que podía votar a pesar de estar en libertad condicional. En otro, se sospechó que una mujer envió una boleta en nombre de su madre muerta.
Exfuncionarios electorales dicen que, con mayor frecuencia, las acusaciones de fraude electoral son resultado de un error administrativo o un malentendido.
Pellerin refirió que recordaba cuando un candidato político en su condado levantó sospechas sobre que había muchas personas registradas para votar en la misma dirección. Resultó que las votantes eran monjas que vivían todas en la misma casa.
Patrick dijo que cuando trabajaba en las elecciones en el condado de Maricopa, Arizona, las firmas que no coincidían a veces se explicaban como consecuencia un brazo roto o un derrame cerebral reciente. En otros casos, una persona mayor intentó votar dos veces porque olvidó que ya había enviado una boleta por correo.
“Realmente debes pensar en la intención del votante”, agregó Patrick. “No siempre es intuitivo”.
Sería un error sugerir que el fraude de los votantes nunca ocurre.
Con millones de votos emitidos en un año electoral, es casi seguro que habrá algunos casos de alguien que intente engañar al sistema. También ha habido intentos más maliciosos, como un plan de compra de votos en 2006 en Kentucky.
En ese caso, reportó Grayson, los votantes se quejaron y se inició una investigación. Los participantes admitieron lo que habían hecho después. Dijo que el ejemplo muestra lo importante que es para los funcionarios electorales mantenerse alerta y mejorar constantemente la seguridad para ayudar a los votantes a sentir confianza.
Pero, agregó, sería difícil hacer que un plan de ese tipo insidioso funcione a mayor escala. Los estafadores tendrían que sortear los onerosos matices del sistema electoral de cada condado. También tendrían que lograr que un gran número de personas guarden el secreto sobre un delito que podría ser detectado en cualquier momento por funcionarios u observadores.
“Esta naturaleza descentralizada de las elecciones es en sí misma un elemento disuasorio”, agregó Grayson.